El Gobierno francés prepara una propuesta de ley para que las publicaciones que empleen imágenes manipuladas lo adviertan a sus lectores. Para unos, una medida para quedar bien, para otros, concienciación real.
En el verano de 2007, la revista Paris-Match hizo desaparecer como por arte de magia los michelines de Nicolas Sarkozy en una foto en la que el presidente galo aparecía en bañador. Recientemente, Le Figaro eliminó de un plumazo un anillo de diamantes valorado en 15.000 euros de la ministra de Justicia, Rachida Fati. Esa magia llamada Photoshop puede tener los días contados, al menos en Francia.

El mismo gobierno que ha utilizado el retoque para dar una buena imagen a sus votantes parece haber emprendido una campaña contra este programa informático. El ejecutivo galo está estudiando una propuesta de ley para dejar bien claro cuándo se está utilizando una imagen manipulada en alguna publicación. La idea es que cada foto que recurra a este programa lleve un aviso, algo así como Advertencia: Photoshop o Fotografía retocada para modificar la apariencia física de la persona. En caso de que las publicaciones no apliquen dicha advertencia, se les multaría con la nada despreciable cantidad de 37.000 euros o hasta el 50% del coste de la publicidad.
El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III y miembro del Colegio de Politólogos y Sociólogos de Madrid, Rubén Sánchez Medero, cree que simplemente se trata de una medida visible, impactante y cínica con la que los políticos quieren quedar bien. “Puede ser extrapolable a otros países, pero no ataja el problema de raíz. La actual es una construcción cultural que no se destruye con Photoshop”, añade.
Según el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Fernando González Urbaneja, “estas medidas nos llevan a reflexionar sobre la repugnancia de que sea un gobierno el que se ponga a regular algo que es de buena práctica profesional. Si dejamos que las leyes se impongan vamos a ir muy mal, confío en que se produzca una reacción de la profesión y se deje de desnaturalizar el trabajo del periodista”. Una opinión que contrasta con la de la profesora de Márketing de IE Business School, Ana Rumschisky, quien asegura que “me parece estupendo que Francia tome esta iniciativa y confío en que se extienda, ya que las cabeceras de las revistas son globales y los derechos de imagen se extienden por todo el mundo”.
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